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Mejor habla tú, porque a ti sí te toman en serio

Esta es una frase utilizada por muchas mujeres a lo largo de los años y que tristemente se sigue utilizando en la actualidad. Por más que tengamos años en una relación de trabajo muchas veces no nos toman en serio, por lo que preferimos pedirles a ciertos hombres como pares, superiores o simplemente que sean de nuestra confianza que hablen por nosotras. Cada vez que ciertas personas escuchan una voz masculina, automáticamente siguen las indicaciones al pie de la letra y cuando nosotras pedimos exactamente lo mismo, no somos tomadas en serio. 

Fue por ello que quise indagar un poco más sobre este tema y decidí hacer una encuesta en un grupo de mujeres que tiene puestos de socias y asociadas en diversas empresas y firmas de abogados en Latinoamérica y me di con la triste sorpresa de que en muchas oportunidades ellas tampoco han sentido que han sido tomadas en serio y que por alguna razón la presencia y voz masculinas suelen tener mayor relevancia que las suyas. 

Todas las participantes de esta encuesta coincidieron en que al menos una vez han recibido comentarios como “usa tacos, ponte vestido, maquillate, arreglate el pelo, ya que con ello te van a tomar más en serio”. Asimismo, algunas mencionaron que fueron excluidas de procesos de selección dentro de su misma empresa únicamente porque al potencial jefe “no le gusta trabajar con mujeres”. Frente a este tipo de experiencias solemos escuchar preguntas como: ¿por qué no hablas con más fuerza? ¿por qué no te haces respetar? Cuestionamientos que finalmente dirigen la responsabilidad, nuevamente, a la mujer. Somos nosotras las de “la voz suave”, las que pasamos desapercibidas, cuando no tendríamos por qué alzar la voz para ser escuchadas. 

La realidad en Latinoamérica es que las mujeres ganan en promedio 22% menos que sus pares hombres y sólo 23,9% de los puestos de alta dirección son ocupados por mujeres (Fuente: Ranking PAR de Aequales). La medición estadística refleja que las mujeres tenemos muchos obstáculos al momento de desarrollarnos profesionalmente en todos los ámbitos laborales. 

Ser abogada y ejercer una profesión tan demandante y que ha sido vista como una “profesión para hombres” durante muchos años es bastante difícil. Las profesiones no tienen género. En las entrevistas de trabajo las preguntas más recurrentes para postulantes mujeres son en relación a nuestros planes familiares, si pensamos ser madres o si ya lo somos, esto basado en que si dedicamos tiempo a nuestra familia no podremos dedicar el tiempo “laboralmente correcto” a nuestras actividades profesionales. A eso le agregamos que 3 de cada 10 abogadas llegan a ocupar puestos de socias (fuente: Women in a Legal World – WLW).

Hoy en día hay empresas multinacionales que están exigiendo que las firmas de abogados que contratan tengan un porcentaje obligatorio de mujeres dentro de su equipo, así como en los equipos de liderazgo (nivel de socias). Esto hace que sea un tema que las cabezas de las firmas deben poner sobre la mesa ya que los puede llevar a la perdida de oportunidad de negocios. Asimismo, la nueva cultura corporativa busca fomentar la igualdad de género y el posicionamiento de mujeres en puestos que conllevan mayor responsabilidad, sin embargo, estadísticamente se sigue reflejando un gran desequilibrio, el cual es visto y sentido por la gran mayoría de mujeres. Por ello, al momento de recibir una propuesta laboral en un puesto de alta dirección surge la duda de si lo están ofreciendo porque realmente creen en las capacidades de la postulante y porque traerá algo valioso para el negocio o si solo se está haciendo para cumplir con el “checklist” de equidad de género en el ámbito laboral. 

Y es que hemos sido educados en una sociedad machista en la que se cree que lo correcto es que los puestos de poder estén ocupados por hombres, nos han hecho y siguen haciendo creer que las mujeres no somos lo suficientemente inteligentes, hábiles, fuertes emocionalmente para determinados puestos, porque “qué difícil es trabajar con mujeres”, porque “las mujeres son demasiado complicadas”, “cuestionan todo”. Por lo que en muchos casos el simple hecho de ser mujer ya cierra muchas puertas y nos puede llegar a jugar en contra.

Estos pensamientos están enraizados en la mentalidad de la gran mayoría de personas y no es un pensamiento exclusivo de hombres. Para poder revertir este problema tan complejo y que se viene arrastrando a lo largo de los años debemos cuestionarnos, desaprender pensamientos y conductas que hemos heredado, educarnos y llenarnos de nuevos conocimientos.